EL INTRUSO
Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una mancha de luz y de blancura.
Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante,
bebieron en mi copa tus labios de frescura,
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y adoré tu locura.
¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tu cantas,
y si tú duermes duermo como un perro a tus plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;
y tiemblo si tu mano toca la cerradura!,
¡y bendigo la noche sollozante y oscura
que floreció en mi vida tu boca tempranera!
© Delmira Agustini (1886-1914)
de "Los cálices vacíos", 1913
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2 comentarios:
¡¡¡qué placer! no puedo decir más!
excelente Alberto!
Querido Alberto: este trabajo tuyo es grandioso y divino, porque nos permitís leer a nuevos poetas y reencontrarnos también con otros tan maravillosos como lo es, en este caso, Delmira Agustini. Bellísima poesía. Bellísima. Gracias.
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