SONETO A CRISTO CRUCIFICADO
No me mueve mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infiero tan temido
para dejar, por eso, de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte
Muéveme, en fin, tu amor de tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera
no me tienes que dar porque te quiera,
porque aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.
El anónimo Soneto a Cristo crucificado, también conocido por su verso inicial «No me mueve, mi Dios, para quererte», es una de las joyas de la poesía mística española. Aunque su autor permanece desconocido, se atribuye con gran fundamento al escritor Juan de Ávila, aunque algunos lo atribuyen también al agustino Miguel de Guevara y a otros autores. Si bien apareció impreso por primera vez en la obra del doctor madrileño Antonio de Rojas "Vida del espíritu" (Madrid, 1628), circulaba desde mucho tiempo antes en versión manuscrita. La atribución a Santa Teresa de Jesús no se sostiene porque la mística no supo manejar los metros largos; tampoco puede atribuirse a San Francisco Javier ni a San Ignacio de Loyola, porque de ellos no se conserva obra poética alguna estimable. Montoliú, por otra parte, defiende la tesis de que el autor del soneto pueda ser Lope de Vega (Fuente: Wikipedia).
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